sábado, 10 de enero de 2009

Tentáculo compacto 232 de Anagrama

Julio Martínez Morales, Feria del Libro, Madrid, julio de 1994.

7x3 = 22 casetas a ojo de buen cubero, pero son en realidad, muchas más.
Limitada es nuestra visión.
Atrás quedan los coches estrellados, los límites de la escritura, el 3x3 = 9.
Me ha costado. Atrás quedan la A y la E que se desangran colgadas de un balcón al que a veces vuelvo en sueños.
Deambulo por la Feria del Libro y saludo a los colegas que deambulan tan idos como yo.
Idoxido = una cárcel en el cielo de la literatura.
Deambulo. Deambulo. El honor de los poetas: el canto que escuchamos como pálida condena. veo rostros juveniles que miran los libros expuestos y buscan sus monedas en el fondo de unos bolsillos oscuros como la esperanza. 7x1 = 8, me digo mientras miro con el rabillo del ojo a estos jóvenes lectores y una imagen informe y lenta como un iceberg se superpone a sus caritas ajenas y sonrientes.
Todos pasamos bajo el balcón donde cuelgan las letras A y E y su sangre nos chorrea y nos ensucia para siempre. Pero el balcón es pálido como nosotros y la palidez jamás ataca a la palidez. Por otro lado, y esto lo digo en mi descargo, el balcón también desfila con nosotros. En otras latitudes a esto se le llama mafia. Veo una oficina, veo un ordenador encendido, veo un pasillo solitario.
Palidezxiceberg = un pasillo solitario que nuestro miedo va llenando de gente, personas que deambulan por la Feria del Pasillo buscando no un libro sino una certeza que apuntale el vacío de nuestras certezas.
El bisturí corta los cuerpos.
A y ExFeria del Libro = otros cuerpos; leves, incandescentes, como si anoche mi editor me hubiera dado por el culo.
Morir puede ser una buena respuesta, diría Blanchot. 31x31 = 962 buenas razones.
Un escritor, hemos establecido, no debe parecer un escritor. Debe parecer un banquero, un hijo de papá que envejece sin demasiados temblores, un profesor de matemáticas, un funcionario de prisiones. Dendriformes.
Nuestra arborescenciaxpalidez del balcón = el pasillo de nuestro triunfo.
¿Cómo no se dan cuenta los jóvenes, los lectores por antonomasia, de que somos unos mentirosos? ...no se dan cuenta y nosotros podemos recitar con total impunidad: 3,7,9,11,3,7,2,24,25. Y nadie gime: no hay desgarro. El azar nos guía aunque nada hemos dejado al azar. Quisimos, en algún pliegue perdido del pasado, ser leones y sólo somos gatos capados. Gatos capados casados con gatas degolladas.

Todo lo que empieza como comedia acaba como ejercicio criptográfico.

1 comentario:

Mamen Mata dijo...
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